Hace unos días se propuso un pequeño cambio en Linux que logra una importante mejora cuando el sistema se ve sujeto a grandes demandas del procesador.  Se trata de sólo unas 200 líneas que cambian la forma en que estamos acostumbrados a experimentar la respuesta del escritorio bajo estas condiciones, y hasta el mismísimo Linus se encuentra entre los sorprendidos por su limpieza y sobre todo, por su efectividad.
Linux en general se comporta bien realizando varias tareas al mismo tiempo, pero en sistemas de escritorio el uso intensivo de CPU puede hacer que las aplicaciones típicas se sientan más lentas.  Por ejemplo si se está codificando un video, compilando una aplicación o actualizando el sistema, aplicaciones mundanas como un navegador o la reproducción de video se verán afectadas, causando que el usuario sienta que el sistema está más lento.
El cambio propuesto modifica la forma en que se distribuye la CPU entre las distintas tareas que está corriendo el sistema, de tal forma que esta distribución no deje sin recursos a una aplicación cuando otra está solicitando intensivamente el procesador.  No se trata de que el sistema corra más rápido, sino de que las aplicaciones no se sientan lentas bajo estas condiciones.
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